El Espíritu Santo (lat. spiritus sanctus) o Espíritu de Dios es la
tercera persona de la Santísima Trinidad, que junto con el Padre y el
Hijo forma el Dios trino y uno. Este credo fue establecido en el año 325
D.C. durante el Concilio ecuménico de Nicea por orden del Emperador
Constantino. En consecuencia, el Espíritu Santo no debe concebirse como
una fuerza impersonal o como algo vago, sino como una persona divina
como lo son el Dios Padre y el Dios Hijo.
Una tarea importante del
Espíritu Santo es propagar el Evangelio de Jesucristo, por lo tanto es
el maestro de los cristianos. Todos los seres humanos que confían en
Jesucristo reciben los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz,
paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y autocontrol. Cuando
un ser humano confía en Dios, vive “en Su espíritu”. Lo demás viene
solo. Además, el Espíritu Santo puede ayudar a los seres humanos a
encontrar el camino recto y a menudo les muestra que una vida sin Dios
no tiene sentido.
En la Biblia se menciona muchas veces al Espíritu
Santo, como por ejemplo cuando María concibe a través de él, cuando
desciende sobre Jesús durante su bautismo, cuando Jesús se despide de
los apósteles en la Última Cena, y en muchos otros pasajes. Los siete
dones del Espíritu Santo, que pertenecen a las fórmulas de la Iglesia
Católica, son: el don de entendimiento, el don de sabiduría, el don de
consejo, el don de fortaleza, el don de ciencia, el don de piedad y el
don de temor de Dios. A los cristianos se les otorga el Espíritu Santo a
través del sacramento de la confirmación con el fin de fortalecer su
unión espiritual con Dios y testificar la fe cristiana de palabra y de
hecho. La Iglesia Católica considera dicho sacramento como la
consumación del bautismo. La mayoría de los confirmandos lo reciben de
un obispo entre los 13 y los 17 años.
La Iglesia Católica festeja la
Fiesta de Pentecostés (del griego “pentekoste”, que significa el
quincuagésimo día) cincuenta días después de la Pascua. En ella se
celebra el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles y la fecha de
fundación de la Iglesia. Al mismo tiempo marca el fin de la época de
Pascua. En muchos países del mundo es un día de fiesta nacional.